Río arriba

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Juan Manuel de Rosas

En el mes de octubre 5 ° A y B Primaria, recibimos la visita de la profe Sofía para darnos una clase de Ciencias Sociales sobre Juan Manuel de Rosas, en la materia de la Señorita Lidia.

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Río arriba

Nos visitó en el Primer Ciclo del Nivel Primario la obra Río Arriba de la Compañía: CUERDA FLOJA.

La selva misionera está feliz y tranquila hasta que una topadora viene a tirar los árboles.
Un mono es el encargado de evitar que los arboles sean dañados usando como método
de disuasión a las leyendas que nos dejaron los guaraníes.
La obra muestra la flora y fauna de la selva misionera, el lenguaje guaraní y la música de
nuestro litoral
La obra:
La obra se trata de leyendas guaraníes relacionadas a hombres y mujeres que a través de
alguna situación vivida se transforman en elementos de la naturaleza.

LEYENDAS GUARANIES
La luna y los seres primitivos.
Los primeros habitantes de nuestra selva misionera eran un poco raros, un poco animales
y un poco humanos. Se llamaban los seres primitivos. Siempre tenían mucho hambre.
Un día, la luna estaba aburrida y quería conocer la selva porque le fascinaba. Entonces
bajó a la tierra convertida en niña.
Cuando Yacy, la luna, se encontró con los seres primitivos, ellos se la quisieron comer y
entonces ella se enojó mucho y los convirtió en peces, víboras, ratas, moscas y
mosquitos. Y así, cuenta ésta leyenda, fue como éstos animales aparecieron en la selva.
Luego la luna, volvió a subir al cielo porque la selva, le parecía un lugar muy peligroso.
El árbol del Timbó.
Isaraki era un cacique que vivía con su hija Iraí. Él siempre le preguntaba a su hijita si
algún día ella se iba a casar y se iba a ir a vivir a otra tribu con un esposo. Ella siempre lo
tranquilizaba diciendo que nunca se va se iba a ir de su lado.
Un día llegó el tribu un nuevo cacique, se enamoraron y él le propuso matrimonio. Ella
aceptó y se despidió de su papá diciendo que se iba de la tribu para casarse, pero que iba
a volver a vivir con él.
Así fue que el tiempo pasó y ella nunca volvió. Isaraki esperó y esperó y su hija nunca
volvió. Para escuchar sus pasos para ver si volvía Iraí, él ponía su oreja sobre la tierra.
Entonces de tanto escuchar la tierra se quedó dormido con la oreja pegada al suelo y así
Isaraki se convirtió en el árbol del timbó que es un árbol que tiene sus frutos con forma de
oreja porque se dice que todavía él está esperando que ella vuelva.
Cuento del pecarí y el gurí.
Había una vez un gurí que vivía en una tribu. Un día su papá le dijo: “Hijo, no vayas dónde
están los pecaríes porque es muy peligroso, ¡no lo hagas!” El guri le dijo a su papá que no
lo iba a hacer pero su curiosidad era muy grande. Entonces, fue hacia donde estaban los
pecaríes y se encontró con un pecarí qué le dijo: “¿Vos me querías atrapar para
comerme? El gurí le mintió diciendo que no. El pecarí no le creyó y le dijo: “Ahora, por
querer comerme tenés que casarte con mi hija”. El gurí le volvió a decir que no, pero el
pecarí lo obligó a que suba arriba de su lomo y juntos se fueron por la selva.
El guri nunca había salido de la tribu y nunca había cruzado el ancho del río Paraná. En
un momento, el pecarí estaba muy cansado y se detuvo a descansar. El gurí aprovechó y
se escapó y cuando llegó al río, el gurí le pidió ayuda un pez que se llama pacú pero éste
no lo ayudó. Luego le pidió ayuda a un pato que se llama biguá y tampoco lo ayudó, por
último le pidió ayuda al yacaré que le dijo que no lo iba a ayudar porque todos los
hombres le decían que él era muy feo. El gurí le dijo que no era así: “¿Sabes que dicen la
tribu de vos? ¡Oh yacaré! con los redondos como la luna. Y también: ¡Oh yacaré! Con piel
como la miel. Entonces el yacaré llevó al gurí al otro lado del río Paraná. Cuando el gurí le
pregunto al yacaré si quería saber que otra cosa decían de él, el gurí le dijo que también
le decían “Oh yacaré! ¡Viejo y peludo! Entonces el yacaré se enojó pero el gurí se salvó
porque un martín pescador lo rescató y lo llevó a la tribu junto a su padre.
La flor del Irupé
Morotí era una joven guaraní. Tenía un novio que se llamaba Pitá. Un día ella estaba a
orillas del río Paraná y para jugar tiró su collar al río e invitó a su novio a que se tire al río
y le traiga el collar. A ella le encantó este juego. Y volvió a hacerlo pero lo tiró a la parte
un poco más profunda. Pitá volvió a tirarse al río y trajo el collar. La tercera vez tiró el
collar a la parte más profunda y peligrosa del río. Pitá se volvió a tirar al río y tardó mucho
tiempo en volver, entonces, Morotí también se tiró al río.
Cuenta la leyenda, que en el fondo del río, la bruja del río lo tenía atrapado a Pitá. Morotí
llegó y lo rescató pero juntos se quedaron a vivir en el fondo del río.
Una mañana, los habitantes de la tribu no los encontraban y de repente, vieron como una
flor emergía del fondo del río hacia la orilla. Era la flor del irupé.
Cuenta la leyenda que ellos dos, se convirtieron en la flor del irupé y que la flor es blanca
como la pureza de Morotí y roja como la valentía de Pitá.
El Pombero
El Pombero es un duende de la selva. Es un hombre bajo y retacón que puede atacar,
pero que puede hacerse amigo de los que le ofrecen tabaco y algún alimento.
Tiene habilidades tales como mimetizarse con facilidad, hacerse invisible cuando quiere.
También puede pasar por el ojo de una cerradura, correr de cuatro patas, imitar el canto
de las aves, el silbido de los hombres y de las víboras, el grito de animales, aullidos, el
piar de los pollitos, etc. Lo describen, también, como ventrílocuo.
Tiene ocurrencias y es travieso; suelta los animales del corral o dispersa tropas o
manadas de animales salvajes o domésticos; desparrama el maíz amontonado, roba miel,
gallinas, huevos, echa del caballo al jinete andante, asusta a la cabalgadura.


El árbol del Timbó:
Isaraki era un cacique que vivía con su hija Iraí. Él siempre le preguntaba a su hijita si
algún día ella se iba a casar y se iba a ir a vivir a otra tribu con un esposo. Ella siempre lo
tranquilizaba diciendo que nunca se va se iba a ir de su lado.
Un día llegó el tribu un nuevo cacique, se enamoraron y él le propuso matrimonio. Ella
aceptó y se despidió de su papá diciendo que se iba de la tribu para casarse, pero que iba
a volver a vivir con él.
Así fue que el tiempo pasó y ella nunca volvió. Isaraki esperó y esperó y su hija nunca
volvió. Para escuchar sus pasos para ver si volvía Iraí, él ponía su oreja sobre la tierra.
Entonces de tanto escuchar la tierra se quedó dormido con la oreja pegada al suelo y así
Isaraki se convirtió en el árbol del timbó que es un árbol que tiene sus frutos con forma de
oreja porque se dice que todavía él está esperando que ella vuelva.

Cuento del pecarí y el gurí:
Había una vez un gurí que vivía en una tribu. Un día su papá le dijo: “Hijo, no vayas dónde
están los pecaríes porque es muy peligroso, ¡no lo hagas!” El guri le dijo a su papá que no
lo iba a hacer pero su curiosidad era muy grande. Entonces, fue hacia donde estaban los
pecaríes y se encontró con un pecarí qué le dijo: “¿Vos me querías atrapar para
comerme? El gurí le mintió diciendo que no. El pecarí no le creyó y le dijo: “Ahora, por
querer comerme tenés que casarte con mi hija”. El gurí le volvió a decir que no, pero el
pecarí lo obligó a que suba arriba de su lomo y juntos se fueron por la selva.
El guri nunca había salido de la tribu y nunca había cruzado el ancho del río Paraná. En
un momento, el pecarí estaba muy cansado y se detuvo a descansar. El gurí aprovechó y
se escapó y cuando llegó al río, el gurí le pidió ayuda un pez que se llama pacú pero éste
no lo ayudó. Luego le pidió ayuda a un pato que se llama biguá y tampoco lo ayudó, por
último le pidió ayuda al yacaré que le dijo que no lo iba a ayudar porque todos los
hombres le decían que él era muy feo. El gurí le dijo que no era así: “¿Sabes que dicen la
tribu de vos? ¡Oh yacaré! con los redondos como la luna. Y también: ¡Oh yacaré! Con piel
como la miel. Entonces el yacaré llevó al gurí al otro lado del río Paraná. Cuando el gurí le
pregunto al yacaré si quería saber que otra cosa decían de él, el gurí le dijo que también
le decían “Oh yacaré! ¡Viejo y peludo! Entonces el yacaré se enojó pero el gurí se salvó
porque un martín pescador lo rescató y lo llevó a la tribu junto a su padre.

La flor del Irupé:
Morotí era una joven guaraní. Tenía un novio que se llamaba Pitá. Un día ella estaba a
orillas del río Paraná y para jugar tiró su collar al río e invitó a su novio a que se tire al río
y le traiga el collar. A ella le encantó este juego. Y volvió a hacerlo pero lo tiró a la parte
un poco más profunda. Pitá volvió a tirarse al río y trajo el collar. La tercera vez tiró el
collar a la parte más profunda y peligrosa del río. Pitá se volvió a tirar al río y tardó mucho
tiempo en volver, entonces, Morotí también se tiró al río.
Cuenta la leyenda, que en el fondo del río, la bruja del río lo tenía atrapado a Pitá. Morotí
llegó y lo rescató pero juntos se quedaron a vivir en el fondo del río.
Una mañana, los habitantes de la tribu no los encontraban y de repente, vieron como una
flor emergía del fondo del río hacia la orilla. Era la flor del irupé.
Cuenta la leyenda que ellos dos, se convirtieron en la flor del irupé y que la flor es blanca
como la pureza de Morotí y roja como la valentía de Pitá.

El Pombero:
El Pombero es un duende de la selva. Es un hombre bajo y retacón que puede atacar,
pero que puede hacerse amigo de los que le ofrecen tabaco y algún alimento.
Tiene habilidades tales como mimetizarse con facilidad, hacerse invisible cuando quiere.
También puede pasar por el ojo de una cerradura, correr de cuatro patas, imitar el canto
de las aves, el silbido de los hombres y de las víboras, el grito de animales, aullidos, el
piar de los pollitos, etc. Lo describen, también, como ventrílocuo.
Tiene ocurrencias y es travieso; suelta los animales del corral o dispersa tropas o
manadas de animales salvajes o domésticos; desparrama el maíz amontonado, roba miel,
gallinas, huevos, echa del caballo al jinete andante, asusta a la cabalgadura.

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