“Es más fácil criar niños, niñas y adolescentes fuertes que recuperar adultos rotos”… Frederick Douglas
La autoestima y la autoconfianza son habilidades esenciales para que los niños crezcan fuertes y felices. Como adultos, debemos ayudarlos a desarrollar ambas:
Por un lado, podemos definir la autoestima como la percepción o la autovaloración que tenemos sobre nosotros mismos. Esta valoración personal puede cambiar en diferentes ámbitos. Es decir, un estudiante que sienta valía en el campo de deportes puede no sentirla en la escuela o en su hogar, por ejemplo.
La autoconfianza, por otro lado, se refiere a las capacidades; se relaciona con todo aquello que creemos que podemos hacer. Los niños/as y adolescentes confían en que tienen las habilidades necesarias para realizar tal o cual cosa.
Dicho de otra forma, la autoestima está más relacionada con el ser (creo que soy valioso/a), y la autoconfianza, con el hacer (puedo hacer esto que deseo).
La autoestima de los niños/as y adolescentes suele ser muy frágil, y hay que cuidarla. Un comentario negativo, la indiferencia o un rechazo pueden hacer que los niños tengan una baja estima de ellos mismos.
Si los ayudamos en el desarrollo de su autoestima y su autoconfianza, podrán manejar mejor las cosas que les pasan y permanecer más en calma cuando lo necesiten.
La autoestima también está relacionada con estar cómodos y seguros de nosotros mismos -de qué elecciones tomamos y cómo nos relacionamos con los demás-. A veces, ellos/as dirán o harán cosas solo para sentirse aceptados por sus pares. Debemos conversar con ellos/as acerca de la importancia de sentirse aceptados por sí mismos, no por los demás. Es decir, hacerlos sentir su valía independientemente de la mirada de los otros.
Laura Lewin de su libro FUERTES Y FELICES.
Equipo Docente.