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El estrés en los niños y niñas

“ NUNCA ES DEMASIADO TARDE PARA TENER UNA INFANCIA FELIZ”
(Tom Robbins)
“El estrés es la manifestación del cuerpo frente a las preocupaciones y las exigencias que
producen ciertas demandas. Estas presiones pueden ser internas (propias de los niños/as:
autoexigencia, necesidad de complacer al otro, de encajar en un círculo, etc.) o externas (la
familia, los amigos, la escuela, etc.)”

“Una agenda recargada de actividades, sin oportunidades de recreación, de creatividad, o
sencillamente de no hacer nada, también puede generar estrés y ansiedad”

A veces, el estrés no viene por cuestiones personales, sino por lo que los chicos/as oyen o ven:
¿Peleas en casa? ¿Malos tratos? ¿Problemas en el trabajo? ¿Alguien enfermo? ¿Noticias en la
tele?
Veamos algunos motivos que pueden generar estrés:
En la familia:
-Un nuevo hermano/a.
-Peleas con algún integrante de la familia.
-Separación o divorcio de los padres.
-Muerte de un familiar.
-Maltrato físico o emocional, acoso, abuso.
En la escuela:
-Situaciones de bullying.
-Cambio de escuela, de compañeros de clase, de docente, miedo a volver a las clases
presenciales.
-Evaluaciones, competencias, clases abiertas, entrega de boletines.
-Trastornos o dificultades en el aprendizaje.
-Relaciones interpersonales conflictivas.
Otras causas:
-Medios de comunicación.
-Cumplimiento de hábitos sociales (la ropa, la higiene, comidas, juegos, etc.).
-Obligaciones (horarios, rutinas, compromisos).
-Ser grande demasiado rápido
“Reconocer que los niños están estresados es el punto de partida para comenzar a ayudarlos.
Debemos estar atentos a las señales que nos muestran que nuestros niños/as pueden estar
atravesando situaciones de angustia o de estrés”

Las manifestaciones pueden ser:
Emocionales. Se frustran, están ansiosos, tienen miedo, están nerviosos. Protagonizan
rabietas, sienten una excesiva dependencia materna o paterna, tienen fobias.

Físicas. No duermen bien, tienen pesadillas, enuresis nocturna, cambios de conducta en la
alimentación, dolores (de cabeza, de estómago), contracciones musculares, etcétera.

Mentales. Tienen olvidos, pensamientos rumiantes (piensan en lo mismo repetidamente), son
demasiado autocríticos, tienen miedo al fracaso, etcétera.

De conducta. Hay llanto, risa nerviosa, agresividad, bruxismo, tartamudez, sudor, baja del
rendimiento escolar; no quieren jugar; quieren estar solos o no pueden estar solos; comienzan
a mentir; muestran reacciones desmedidas, etcétera.

“Muchos niños/as, con el tiempo, y a medida que van creciendo, aprenden a gestionar su
propio estrés, a través del juego y de las relaciones sociales. Pero esto no pueden lograrlo
solos, necesitan de la ayuda de los adultos”

Lo primero que debemos hacer es hablar con ellos: “Ver qué les genera la ansiedad que están
manifestando. Busquemos oportunidades de hablar con ellos en entornos tranquilos, y
dediquémosles tiempo y paciencia. No lo hagamos si estamos apurados o como un trámite”.


“Si no hablan demasiado, estemos cerca física y emocionalmente, demostrando nuestro
interés. Un ambiente tranquilo, estable, relajado y alegre, y una buena comunicación entre los
miembros de la familia, ayudarán a prevenir y tratar el estrés”.

A tener en cuenta…
Dormir es esencial para la salud física y emocional de los chicos/as. Limitemos el uso de las
pantallas de noche, tratemos de que tengan una rutina y que aun de vacaciones, puedan
dormir el tiempo necesario para su edad.
Jugar también es esencial para liberarnos del exceso de estrés. Generemos instancias de juego
en familia, con amigos, vecinos, etc.
Alentarlos a hablar: cuando hablamos acerca de lo que nos pasa, podemos manejar mejor lo
que nos sucede. Además, hablar tiene un efecto sedante sobre el sistema nervioso.
El ejercicio físico es un aliado del bienestar y también ayuda a eliminar el exceso de estrés.
Compartamos estrategias positivas:
Contar hasta diez muy lentamente, respirar profundamente, visualizar algo que nos dé calma,
dibujar o pintar, ejercicios de mindfulness, caminar o correr, contraer y relajar los músculos,
movernos, hablarnos con calma, dejar correr agua o arena entre las manos, escribir lo que nos
pasa y sentimos, apretar algo con mucha fuerza.

Cuando los adultos se estresan o están preocupados, los chico/as también se estresan o
preocupan. Cuidemos nuestras conversaciones y gestos en casa.
«Como adultos no podemos resolverles la vida a nuestros hijos/as, pero enseñarles a
desarrollar habilidades para manejar el estrés, sin duda los ayudará a lo largo de sus vidas».

(Laura Lewin)
Equipo Docente.